5 feb 2010

CHOLOMAN: vista y contada por otros

En enero del 2009, tuvimos la visita de dos amigos mexicanos: Arturo y Jenifer. Además de abrirles el Teatrito del Parque Vial para que presentaran su trabajo en cuenta cuentos, les invitamos a presenciar "Choloman y el pirata". La que sigue, es la nota que ellos poblicaron en su blog "viajes del corazón".

Había una vez un pueblo milenario. Un pueblo de pastores que vivía en paz con la naturaleza y en amistad con los animales.Los hombres de aquel pueblo tenían la mirada fija y corazón determinado. Un pueblo de hombres de piel dura y callosa, de corazón curtido por el frío.La tierra de aquel pueblo era hermosa como lo son los paisajes de los sueños – azul celeste arsénico, blanco borax, amarillo sulfuroso, rojo férrico, amarillo áureo, plata lunar.

Un día llegaron a aquella tierra los piratas, con su mirada de tigre, sus garras de lobo y su ambición infinita. Venían de pueblos lejanos de hombres que beben cuando no tienen sed y comen cuando no tienen hambre. Hombres que hace tiempo dejaron de mirar las estrellas y escuchar las enseñanzas de su sangre.Los ojos les brillaban y las bocas se les aguaban cuando vieron el metal dorado y el líquido negro que guardaban sus montes.


De inmediato calcularon que solos jamás podrían llenar sus barcos y llevarse el oro, los metales y el petróleo hasta su tierra.Así que engañaron a los indios: fingieron que serían sus amigos y luego les traicionaron. Cuando vieron que no podían doblegarlos por la fuerza, los fueron envenenando. Les quitaron lo que les era más propio: les prohibieron hablar en su idioma, les forzaron a cambiar la forma en la que pensaban sobre el universo y sus dioses.

Una vez que mataron su espíritu, fue más fácil adueñarse de su cuerpo y su fuerza. Hicieron trabajar a los hombres como burros en las minas hasta reventarse. Hicieron suyas a las mujeres por la fuerza.Los sometieron durante quinientos años. Día tras día les hicieron sentir que ellos no valían un duro, que no eran nadie.Hasta que un día, desde el fondo de sus corazones emergió el recuerdo de su estirpe. Y aquellos hombres gritaron ¡Basta!¡No más!

Con su grito los hombres convocaron al espíritu de sus antepasados, que se encarnó en Choloman, el elegido.Cholomán acudió y escuchó el lamento del pueblo. Y prometió defenderlo, costara lo que costara.

Con el viento que acompañaba a Choloman se inauguró un tiempo nuevo. Un tiempo de esperanza. Un tiempo de refundación. Un tiempo para construir una nueva tierra, y un nuevo acuerdo para gobernarla...

Sin embargo el pirata se resiste.. Hace tanto tiempo que arrebató el oro a los indios que verdaderamente estaba convencido de que el metal era suyo. Además el pirata no esta dispuesto a escuchar la voz del pueblo – pues en su mente los esclavos, los de piel oscura no tienen voz, no tienen voto.

No sabemos si Cholomán conseguirá en efecto ganar la batalla, pues los piratas son así, nunca se extingue su ambición y acechan en el horizonte. Además, sabemos que esta batalla se perderá aún si la gana solo.

Pues la única forma de vencer a los piratas es que aquella vergüenza opaca que a los indios les parpadea en el fondo de los ojos consiga extinguirse para siempre y en sus pupilas vuelva a brillar el fuego del orgullo.Pues los indios no triunfarán a menos que nunca más consientan en caminar agachados, como besando el piso...

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