23 abr 2015

Palabras de una maestra jardinera después de una función de títeres



La etapa de la Colonización Española a la cultura quéchua-aymará sigue siendo importante a los análisis de la cada día de nuestra realidad cultural-política y económica.
Los Títeres ELWAKY con su espectáculo “Choloman y el Pirata” toman este tópico para contextualizar su libreto: la llegada del terrible y malvado pirata en busca del tesoro, que no es más que el hombre español sediento de poder tratando de conquistar todo cuanto mira.
“de España nos llegó Cristo pero también el patrón…” dice la canción, así quiere quedarse este pirata en su arribo a tierra firme, como patrón de la imilla, de la llama y de la tierra.
Para salvarlos está Choloman, con el prefijo de superhéroe americano y sus atribuciones “necesarias”: fuerte, valiente y varón, sobre todas las cosas.
Inesperadamente, la imilla, con su inteligencia es la salvadora de la historia y con su kimsacharaña la vencedora del trillado garfio. Una pequeña muestra de lo que han sido las mujeres a través de nuestra historia, en la colonia esclavas, en la República discriminadas, en las minas revolucionarias y hoy el pilar fundamental del hogar.
Minuto a minuto la obra tiene acciones concretas que inquietan el pensamiento para analizar situaciones del pasado como todo lo mencionado con anterioridad y futuros, como por ejemplo: ¿cómo podemos sentirnos ante lo que somos?, ¿será posible que sigamos avergonzándonos de nuestro lenguaje, de nuestra vestimenta y del modo que tenemos de ver las cosas?
La magia que tienen los títeres con los niños no sólo consiste en la interacción directa con ellos, cuando hablan, cuando rién a carcajadas, sino también cuando comprenden a cabalidad el verdadero mensaje de lo que se quiere transmitir, en “Choloman y el pirata” el mensaje fue el bienestar de la imilla y la llamita librándose del pirata ambicioso, desear riquezas genera maldad, en resumidas cuentas.
Por otra parte creo que los títeres para niños espectados por adultos, como en mi caso, ocasiona sentirse infante nuevamente, incluida la oportunidad de reir, gritar, asustarse, sentirse tensos y después liberados después tanta emoción entremezclada.
Kenia Mendoza

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