8 may 2008

REPENSANDO LOS TITERES EN BOLIVIA 2

Amigos en los títeres, quiero en esta nota intentar aproximar respuesta a la afirmación propuesta a manera de hipótesis para este Blog: “Resulta innegable el bajo nivel de desarrollo de los títeres -en Bolivia- en todos sus aspectos: artístico, pedagógico, número de grupos, cobertura, salas...”

Conocer acerca de los modos de producción en el teatro de títeres boliviano nos pueden aproximar a reflexionar y comprender sobre la práctica de este oficio en el ámbito de las artes escénicas.

Saber quienes y cómo desarrollan el oficio titiritero en Bolivia, es de interés para establecer políticas culturales en torno a la formación y proyección de este arte.

En un país donde la infraestructura cultural es limitada, aquellas manifestaciones que puedan adaptarse con facilidad tienen mayores oportunidades de difundirse. El teatro de títeres conserva en la mayoría de los casos cualidades de versatilidad, que facilitan su acceso a un espectro amplio de públicos, a más de los recursos técnicos y expresivos propios que logran familiaridad y espectacularidad en los mas diversos espacios, llámense teatros, plazas, escuelas, centros comunitarios y otros.

El valor comunicacional, educativo y de entretenimiento de esta actividad no solo radica en el uso novedoso de sus recursos, sino también en el talento, capacidad técnica y creatividad de sus cultores.

Muchas producciones no alcanzan niveles de excelencia y calidad que ayuden a proyectarlas dentro del conjunto de las disciplinas del arte escénico en Bolivia. Aun se menciona que es un “arte menor” y en muchos casos se conservan prejuicios sobre este tipo de actividad, sin embargo, sus actores cumplen un rol de servicio extendido.

A partir de la década del 90 del pasado siglo, se han realizado eventos nacionales e internacionales de teatro de títeres, entre los que destacan FESTIÑECOS, TITIRITAY, el Festival Nacional de Teatro “Peter Travesi”, los Festivales Internacionales de Teatro de Santa Cruz y La Paz, y otras muestras (perdón por las omisiones) que han insertado en su programación compañías de títeres tanto nacionales como internacionales; muestras son un adecuado termómetro de la actividad porque generan un marco de expectación sobre el género y dan lugar a afirmaciones como la que precede a este artículo, en referencia a la calidad de los espectáculos, la necesidad de profesionalizar el oficio y poner en valor a sus cultores.

Convencido de que la mejor forma de lograr elevar nuestra calidad artística no parte de la copia de modelos foráneos, sino del dialogo, la reflexión y la puesta en valor de los logros, propongo que en sucesivas entregas hablemos sobre los modos de producción titiritera en Bolivia.

Lanzo esta primera piedra que ojalá nos lleve a sacar las que aun llevamos dentro de los calzados.
Sergio Rios - Uma Jalsu

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