1.- La grata sorpresa de conocer a nuevos amigos titiriteros. Jica y Lupi (Colibrí de Venezuela), con una fresca propuesta titiritera que te remite a la infancia y explora los recuerdos de los juegos y la niñez creativa; Laura (Chachakun de la Argentina) con una historia que en todos sus detalles muestra lo que con los títeres se puede lograr a nivel de dramaturgia y manipulación exquisita; Daniel y Betssy (Concolorcorvo del Perú) impecables y coloridos, una historia que te amarra al asiento hasta el último instante; Juan (Paralamano) que encara un tema delicado (discriminacón) sin la necesidad de recurrir al panfleto... que adapta sus texto a circunstncias particulares; Carmen y Alexia (Elwaky de Bolivia) explorando nuevos temas a niveles diferentes de sus anteriores trabajos.
2.- La calidez humana de todo el grupo de artistas que participaron del Festival. El cariño con el que vinieron a Cochabamba y los oidos (tambien el apetito) abiertos para nutrirse de "todo lo que se fuera a decir y permitiera entender a este pais maravilloso".
3.- La necesidad de tocar otras puertas de entidades solidarias con el tiempo suficiente, para tener la certeza que cualquier propuesta futura debe superar la expèriencia reciente.
4.- La necesidad de llegar a acuerdos concertados, claros y trasnparentes con las entidades con las que se pudiera organizar otro evento: distribución de responsabilidades, compromisos económicos "irrenunciables" y ecuanimes, logotipos, volantes, afiches, logistica, publicidad, etc.
5.- Un borrador de "red nacional de festivales internacionales" integrada por amigos y hermanos de Sucre, La Paz y Cochabamba.
6.- Un "sueño acumulado" que todavía se está cobrando nuestras horas.
Con seguridad hay "mas cosas"... pero ahí los dejo... tengo sueño.
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