La etapa de la
Colonización Española a la cultura quéchua-aymará sigue siendo importante a los
análisis de la cada día de nuestra realidad cultural-política y económica.
Los Títeres
ELWAKY con su espectáculo “Choloman y el Pirata” toman este tópico para
contextualizar su libreto: la llegada del terrible y malvado pirata en busca
del tesoro, que no es más que el hombre español sediento de poder tratando de
conquistar todo cuanto mira.
“de España nos
llegó Cristo pero también el patrón…” dice la canción, así quiere quedarse este
pirata en su arribo a tierra firme, como patrón de la imilla, de la llama y de
la tierra.
Para salvarlos
está Choloman, con el prefijo de superhéroe americano y sus atribuciones
“necesarias”: fuerte, valiente y varón, sobre todas las cosas.
Inesperadamente,
la imilla, con su inteligencia es la salvadora de la historia y con su
kimsacharaña la vencedora del trillado garfio. Una pequeña muestra de lo que
han sido las mujeres a través de nuestra historia, en la colonia esclavas, en
la República discriminadas, en las minas revolucionarias y hoy el pilar
fundamental del hogar.
Minuto a minuto
la obra tiene acciones concretas que inquietan el pensamiento para analizar
situaciones del pasado como todo lo mencionado con anterioridad y futuros, como
por ejemplo: ¿cómo podemos sentirnos ante lo que somos?, ¿será posible que
sigamos avergonzándonos de nuestro lenguaje, de nuestra vestimenta y del modo
que tenemos de ver las cosas?
La magia que
tienen los títeres con los niños no sólo consiste en la interacción directa con
ellos, cuando hablan, cuando rién a carcajadas, sino también cuando comprenden
a cabalidad el verdadero mensaje de lo que se quiere transmitir, en “Choloman y
el pirata” el mensaje fue el bienestar de la imilla y la llamita librándose del
pirata ambicioso, desear riquezas genera maldad, en resumidas cuentas.
Por otra parte
creo que los títeres para niños espectados por adultos, como en mi caso,
ocasiona sentirse infante nuevamente, incluida la oportunidad de reir, gritar,
asustarse, sentirse tensos y después liberados después tanta emoción
entremezclada.
Kenia Mendoza
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